En muchas culturas, el feminismo sigue siendo algo muy revolucionario. A pesar de que estas últimas décadas hemos progresado mucho y las mujeres gozamos cada día de más derechos y libertades, todavía falta mucho por hacer. Y mucho de lo que debemos hacer, empieza por la educación. El machismo es una amenaza cultural, que se encuentra incluso dentro de nuestros propios genes. Por supuesto que no hay nada que no podamos desaprender. Y es así cómo se debe combatir al machismo, desaprendiendo de viejas perspectivas sobre roles de género y cuestionándonos cada vez más nuestros espacios y lo que vemos alrededor.
Pero, ¿qué hay con las siguientes generaciones? Las venideras generaciones de padres tienen consigo un reto muy interesante: educar en el feminismo en un mundo que ya se está extrapolando hacia aquello, pero todavía con muchos rezagos al respecto. Es el caso de muchas las que hemos tenido que desaprender de generaciones de generaciones de machismo, que una crianza ajena a la machista llega a ser algo muy nuevo. Tal es el caso de Chimamanda Ngozi Adichie, escritora feminista nigeriana autora del libro Cómo educar en feminismo. Este libro es una carta escrita a su amiga Ijeawele, quien acaba de tener una hija y le consulta a Ngozi Adichie cómo educarla como feminista. A partir de esto, la autora explica una lista de sugerencias.
La primera sugerencia es “sé una persona plena”. Con esto, la autora reflexiona en que no porque ella es ahora madre, debería dejar de lado las prioridades que ya tiene. Habla sobre cómo la maternidad es un don maravilloso, pero el que ella se defina enteramente a través de aquello da un ejemplo erróneo a su hija. Pues cada mujer tiene una misión mucho más holística en el mundo, como para disminuirlo a unicamente ser madre.
La segunda sugerencia refiere a criar a su hija en pareja. Ngozi Adichie se refiere con esta sugerencia a que la labor de la maternidad debe ser complementada con la de la paternidad, y que los cuidados de los hijos deben ser equitativamente compartidos. Es decir, la crianza no únicamente es responsabilidad de la madre, sino también del padre.
La tercera sugerencia es deconstruir completamente la idea de los roles de género. Es decir, una mujer debería dejar de hacer una actividad “porque eso no es de niñas” o viceversa. Asimismo, refiere también a que una niña debe aprender a hacer las cosas desde la independencia, para que ella pueda valerse por si misma.
La cuarta sugerencia que escribe, refiere a tener cuidado con el feminismo “light”. La autora lo define como, “lo que tiene que ver en cuanto al permiso”. Es decir, cuando en la sociedad se ponen ejemplos como que la mujer es libre de hacer lo que ella quiera, siempre y cuando su esposo se lo permita.
Las demás sugerencias refieren, al igual que las otras, a pequeñas actitudes que marcan colosalmente la diferencia. Entre ellas, están: enseñarle a cuestionar el lenguaje, rechaza la obligación de agradar, feminismo y feminidad no se excluyen mutuamente, habla de sexo y amor, haz normal la diferencia y crea referentes. Esta autora resume de forma excelente un método de crianza efectivo, para poder educar feministas, tanto hombres como mujeres. Porque al machismo se lo combate desde casa, desde lo más íntimo y desde lo que parecen las más insignificantes actitudes.